lunes, 31 de agosto de 2009

CICLO DE CINE


Buenas noches!

Es un gusto saludarlos en nombre de Culinary Art School, sus directores y demás integrantes del equipo.

Esta oportunidad se presenta para mí ya que la mayoría de ellos están de viaje, asistiendo a una convención de escuelas de gastronomía, representando a nuestra querida escuela, la primera escuela en Tijuana, en todo el estado de Baja California.

Todos quienes estamos aquí: miembros del CECUT, alumnos de la escuela, público en gral. somos adoradores del arte. De eso, no cabe duda.

Hoy la combinación es un poco más curiosa. Dos técnicas, elevadas a la categoría de arte se unen. El séptimo arte y el arte éfímero, como se denomina a la producción gastronómica, se enlazan. Se enlazan en cualquier sala de cine cuando compramos palomitas de maíz, en casa con un DVD y delicatessen o una copa de malbec.

Los amantes del buen beber, la buena comida, la manifestación artística..... amantes del buen vivir nos unimos y, ojalá, se inicie así un ciclo que se repita y, por qué no, una tradición en Tijuana: Ciclo Internacional de Cine con temática gastronómica. Por qué no?

Títulos imperdibles nos convocan, con actuaciones exquisitas y textos inolvidables. Silencios y músicas que nos susurran al oído como en la película de hoy y la exaltación de los sentidos se manifiesta en la gran perla mexicana "Como agua para el chocolate".

Es un gusto enorme para Culinary Art School participar de esta oportunidad y, en honor al rubro al que pertenecemos, queremos que saboreen un buen helado artesanal, auténtico helado gourmet, crema italiana de distintos sabores.
Estamos en tierras de buenos vinos, frutas y riquezas de mar exquisitas, res y demás carnes. Gente con voluntad y gran sentido de la hospitalidad, una tierra que abre sus brazos a todo aquel que quiera trabajar.

Todo puede hacerse desde Baja California para el mundo.

Muchas gracias, que disfruten de este ciclo.

…. Y el ciclo empezó con “La fiesta de Babet” y yo pensé: demasiado silencio para esta gente. Alguien del centro cultural había olvidado que también debía dar sus palabras de inicio del ciclo por lo que fuimos directamente a la prueba de helados. Qué sabor raro? Qué es? Nunca probé algo así? Pero también estábamos haciendo un ejercicio sensorial!!!! Un chocolate con avellanas y jengibre, una crema con Baylys, maracuja y mango, chocolate blanco con lavanda……………..

La película empezaba y nadie entraba. A verla? A dormir? Nunca pude saberlo, el deber me hacía permanecer afuera atenta a ciertos detalles y, nuevamente, observé que estábamos frente a una utopía: lanzar productos de fina producción desde aquella geografía, posicionar vinos de este lado de California: del Valle de Guadalupe………. Reemplazar una nieve de coco por una crema helada de mango al ron. Cómo se hace en un pueblo donde la curiosidad no llegó a ciertas áreas: paladar, beber, leer, ver. Un lugar donde el libro en sí mismo no tiene presencia, donde un ciclo cultural temático no convoca a nadie y donde, por más que se los regales, siguen prefiriendo las palomitas de maíz, hot dogs, tacos y una “chelita” helada.

Recuerdo aquella vez que fui, por primera vez, al cine en Tijuana. La gente entraba cargando cosas en bandejas. Sí, bandejas. Cuidado m´hijito, no se le caiga la soda, traiga más nachos para luego……….. todo comestible. La película empezó y, con mi amigo, nos concentramos en ese maravilloso ritual pero, la gente se sentía en la sala de su casa. Comentarios varios en voz natural y sana. Mira qué gorda está! Nooooooooo, cómo hizo eso! Y alguien me pide permiso en medio de la película. Baño?-pensé. Pero uno y otro y otro…………. cistitis será? No. Iban a reponer stock y más comida y más bebida pero sin haber visto pedacitos del film que les sería contado rápidamente, al sentarse, por alguien del grupo.

Y se reían en escenas que no eran de risa y atendían sus radios y celulares……. Y estaba en la mejor zona, en los mejores cines. Mi amigo los miraba con insistencia pensando en inhibirlos pero nunca lo logró.
La película era una perla del cine mexicano: “Mar de sueños”, realismo mágico, cero tiro, cero malandra, puro amor y tradición, color y música en los rituales del Día de Muertos. Encantadora, arrolladora, maravillosa.

Terminó, música estridente, más colores, celebración. Esta película dejó la vara muy alta y, como tal, merece mi aplauso- me dije. Así lo hice y, suavemente, mi acompañante me siguió.
Todos nos miraron…….. uno dijo: “En el cine no se aplaude”.
Con esa carita y ese comentario, yo sonreí tímidamente y dejé, con mi disculpa, que notara mi acento para gozar la inmunidad que da ser extranjera.

1 comentario:

  1. Como te dije la primera vez que lo lei....senti que estaba sentada en alguna butaca de ese cine! Por ser tan descriptivo es que senti asi!
    Fabi

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